viernes, 25 de febrero de 2011

Jorge Peña Hen (por Miguel Castillo Didier)


Rev. music. chil. v.52 n.190 Santiago jul. 1998
doi: 10.4067/S0716-27901998019000002

Jorge Peña Hen
A veinticinco años de su muerte*

por
Miguel Castillo Didier

El 16 de octubre de 1973 ha quedado en la historia de la cultura y de la música chilena como una fecha negra. Es el día en que fue segada la vida del Maestro Jorge Peña Hen, músico apasionado, creador, director de orquesta, pedagogo, organizador, cuya generosa e infatigable obra en la enseñanza y la difusión de la música no ha tenido parangón en nuestro país. A los 45 años de edad, cuando estaba en la plenitud de sus capacidades; cuando su trabajo con niños y jóvenes daba ya hermosos y prometedores frutos, la voz de Jorge Peña Hen fue hecha enmudecer para siempre.
Jorge Peña Hen nació en Coquimbo en 1928 y allí se inició en el estudio del piano. Más tarde estudió también violín, viola y cello, presentándose varias veces como intérprete juvenil en esos cuatro instrumentos. Ya como estudiante de liceo mostró sus inquietudes por la difusión de la música en su medio. Como alumno del Conservatorio Nacional, fue discípulo en piano de Olga Cifuentes, en violín de Ernesto Lederman, en composición de Pedro Humberto Allende, Domingo Santa Cruz y René Amengual. Dirigió la Orquesta del Conservatorio, a la que logró imprimir un ritmo importante de actividades, consiguiendo incluso llevarla a provincia. Su inquietud social, que lo distinguiría durante toda la vida, se expresó ya cuando, siendo Presidente del Centro de Alumnos del Conservatorio, pronunció, ante autoridades de la Facultad de Ciencias y Artes Musicales, de la Universidad de Chile y del país, un discurso en que destacaba la situación desmedrada de la educación musical y la marginación en que los sectores modestos de la población, en Santiago y más aún en provincias, se hallaban respecto de las posibilidades de disfrutar del arte musical, de conocer la música y de estudiarla. En aquella ocasión, función de gala en el Teatro Municipal con motivo de las Fiestas de la Primavera de 1949, se estrenó, con coreografía de Cintolesi, una de las primeras obras de Peña: el Ballet La Coronación.
También como estudiante, en 1950, organizó en La Serena el Festival Bach, con ocasión del bicentenario de la muerte del compositor. Ese Festival debía ser histórico, pues, además de constituir un acontecimiento musical extraordinario en una provincia, dio como fruto que tendría larga y muy grande trascendencia, el impulso para la creación de la Sociedad Juan Sebastián Bach de La Serena. Radicado en esta ciudad en 1952, y como Presidente de la Sociedad, Jorge Peña Hen inició una labor que no puede menos que asombrar, por su intensidad, su carácter polifacético; por la incansable y abnegada dedicación que ella supuso a través de 21 años, y que sólo fue interrumpida por su tan trágica e injusta muerte.
Trataremos de sintetizar esa trayectoria que debía no sólo cambiar completamente el panorama de la enseñanza y la práctica musical en La Serena y en la región Norte, sino también en el país, por cuanto su idea acerca de la enseñanza musical infantil masiva y la formación de orquestas y otros conjuntos de niños, se convirtió, ya en vida suya, en una hermosa realidad, que hoy vemos extendida por el territorio nacional.
Como recordábamos, en 1950, Jorge Peña promovió la creación de la Sociedad Juan Sebastián Bach, que sería centro y motor de la actividad musical en el Norte. En 1952 fundó la Orquesta de Cámara de la Sociedad, formada principalmente por músicos aficionados. La dirigió, como también dirigió el Coro Polifónico de la Sociedad, que creó en 1955. Hasta entonces, en los conciertos que regularmente organizaba la Sociedad Bach cantaban sólo colegiales de los Liceos de Niñas y de Hombres de La Serena, donde Jorge Peña era profesor de música. En 1956 consiguió la creación del Conservatorio Regional de La Serena, dependiente de la Universidad de Chile, organismo que también dirigió. Tres años después, los esfuerzos de Peña lograron que se diera un paso importante con la creación de la Orquesta Filarmónica de La Serena, agrupación ahora profesional. En 1961, el incansable Maestro organizó la Orquesta de Cámara de Antofagasta, conjunto al que asesoró y que algunos años después pasaría a constituirse en la Orquesta Filarmónica de esa ciudad. En 1964 consiguió la creación de la Escuela Experimental de Música y, poco después, el establecimiento de planteles semejantes de Ovalle y Copiapó.
Su Plan Docente Experimental, dirigido a la enseñanza masiva de la música a alumnos de la educación primaria fue aplicado con éxito y de esa experiencia surgieron las condiciones para la creación de la Orquesta Sinfónica de Niños, primer conjunto de esa especie en el país. En esta labor, se aunaron la pasión pedagógica de Jorge Peña, su sentido social y su amor por los niños. Pareciera ser que el Maestro consideró esta tarea como la más hermosa de las muchas que emprendió en su corta vida. Emociona profundamente, en verdad, escuchar hoy las grabaciones en que habla a los niños; los aconseja; los estimula con su palabra seria, pero siempre cordial y cálida; hace el balance de algunas de las giras del conjunto infantil. La Orquesta de Niños llevará su mensaje musical a numerosas ciudades chilenas y llegará a hacer dos giras a Argentina, dos a Perú y una a Cuba, todas plenamente exitosas, y en las que los pequeños músicos dejaron en alto el nombre de Chile y de su educación musical. Ha sido citado más de una vez el juicio de Vicente Salas Viu sobre la Orquesta Sinfónica de Niños, con motivo del primer concierto ofrecido por ella en Santiago, el 3 de noviembre de 1965:

"Fue particularmente emocionante en este concierto admirar la entrega a la música, la participación en el fenómeno musical de todos y cada uno de los pequeños ejecutantes. Al lado de esto, la seguridad que demostraron acredita por igual el acierto en la delicada labor pedagógica realizada por sus profesores. Es verdad que los chilenos (los niños chilenos en este caso) poseen excepcionales condiciones para el cultivo de la música. Orientar bien estas condiciones, extraer de ellas lo mucho que se obtuvo en la presentación de esta orquesta, se debe, por supuesto, a los que de ello se preocuparon: los profesores Jorge Peña, Nella Camarda, Lautaro Rojas, Osvaldo Urrutia, Pedro Vargas, Edín Hurtado, Rosauro Arriagada y Emilio Matte, quienes merecen los mayores elogios. Un paso de indudable importancia en la educación por la música y para la música de los niños chilenos ha sido dado por las instituciones de enseñanza musical de La Serena. Son amplios los horizontes que abrieron. La presentación de la Orquesta de Niños de La Serena constituye un ejemplo que no debe ser olvidado".

Y el profesor Danilo Salcedo ha escrito sobre esta hermosa y pionera labor del Maestro:

"La idea que animaba a Jorge era la de despertar y desarrollar el inmenso potencial musical de nuestro pueblo. Su concepción de la difusión musical se basaba en una simple afirmación: a partir de los niños, los adultos se van incorporando al mundo de la música. Cuán certero fue su enfoque, como lo demuestran los resultados de su perdurable legado para Chile".

Decidor es el dato de que en La Serena (que no cuenta con más del 1 por ciento de la población del país), la ciudad a la cual Jorge Peña entregó sin reservas sus esfuerzos, se haya formado aproximadamente un 35 por ciento de los músicos que hoy se desempeñan profesionalmente en Chile.
Pero el trabajo con las agrupaciones musicales infantiles, a las que el Maestro dedicó tantas energías, no le significó dejar de lado los otros conjuntos y las otras actividades de la Sociedad Bach. En 1966, Jorge Peña organizó la Orquesta de la Universidad de Chile en La Serena, sobre la base de la anterior Orquesta Filarmónica. Y esta agrupación continuó la incansable labor de difusión musical masiva, impulsada por la Sociedad, tanto en su ciudad sede como en diversas ciudades y pueblos del Norte.
Anotábamos que resulta difícil sintetizar la vasta y polifacética labor del Maestro Peña Hen. Recordemos que no sólo condujo como director a todos los conjuntos de la Sociedad Juan Sebastián Bach de La Serena, sino que, como invitado, dirigió también en diversas temporadas la Orquesta Sinfónica de Chile, las Orquestas Filarmónica de Santiago y de Antofagasta, la Orquesta Sinfónica de Viña del Mar, la Orquesta Interuniversitaria de Valparaíso, la Orquesta de la Universidad de Concepción y la Orquesta Sinfónica de Tucumán.
Como compositor, la obra de Jorge Peña no es muy extensa, lo que se explica por su intensa dedicación a la enseñanza y a la organización de conjuntos y actividades musicales, así como por la brevedad de su vida. Parte de su creación está dedicada a los niños, como el Andante y Allegro para violín y orquesta de niños, su Concertino para piano y orquesta de niños y la ópera infantil La cenicienta. Otras composiciones suyas son: un Concierto para piano y orquesta, dedicado a su esposa y abnegada colaboradora Nella Camarda; dos Cuartetos de cuerda, una Suite para cuerdas, una Sonatina para violín y piano, una Tonada para orquesta, el ballet La coronación; el ciclo de canciones para barítono y piano Crepúsculo de Monte Patria; La palomita para coro mixto a cappella; música incidental para las películas Río abajo y El salitre; música para cuatro Retablos de Navidad.
En Revista Musical Chilena, a lo largo de más de dos décadas, se dio cuenta regularmente de las actividades de la Sociedad Juan Sebastián Bach de La Serena y de las agrupaciones que fundó y dirigió el Maestro Jorge Peña Hen. Y no podía ser de otra manera, pues la Revista ha tratado de registrar todo lo que ha sido importante en el quehacer musical del país. En la misma Revista, en el Nº 123-124, correspondiente a julio-diciembre de 1973, su director, el doctor Luis Merino, rindió homenaje al insigne artista, reseñando su trayectoria vital. Terminaba ese In Memoriam con estas palabras: "La desaparición de este gran músico, maestro, creador y organizador, afecta en forma irreparable a la vida musical chilena".
Un cuarto de siglo después, tenemos que repetir en Revista Musical Chilena aquellas palabras y renovar el homenaje de recuerdo y gratitud que Chile, la música, el arte, la cultura del país le deben. Formador de juventudes por excelencia, sembrador de belleza y cultura, hacedor de humanismo; forjador, por tanto, de mejores hombres y más altos valores para su patria. Eso fue Jorge Peña Hen. Pero su vida fue segada a los 45 años, en su plena madurez. Este crimen, absolutamente injustificable, uno de los 72 cometidos en la Zona Norte contra personas absolutamente inermes, entre el 16 y el 21 de octubre de 1973, constituye una mancha imborrable en la historia de Chile.


* El pasado 9 de noviembre, estando este número de la Revista Musical Chilena, en proceso de impresión, se encontraron en La Serena los cuerpos de los fusilados en octubre de 1973 que estaban desaparecidos desde entonces. Realizados los peritajes pertinentes, el 24 del mismo mes se confirmó la identificación de los restos del maestro Jorge Peña Hen.


Extraído de:
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0716-27901998019000002&script=sci_arttext

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