viernes, 28 de octubre de 2011

CANTO PARA UNA SEMILLA



Hay veces en que la vida, sabia entre los sabios, nos habla directamente a través de curiosas situaciones, aparentemente inconexas entre sí a primera vista, pero que luego revelan todo su sentido al desembocar en un único acontecimiento significativo. Es lo que ocurrió con Canto para una semilla en su versión del año 2011.
Corría el año 1997 y Luis Advis se paseaba entre los pasillos de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile hablando animosamente con los estudiantes. Escuchar al viejo hablar con tanta pasión de literatura, filosofía y música, alentaba el espíritu idealista de muchos jóvenes que crecieron musicalmente bajo su alero. En aquellos tiempos en la U de Chile, en forma similar a la que ocurre actualmente en la Facultad de Artes de la UC, se luchaba por la triestamentalidad. Simultáneamente compañeros de generación habían decidido montar Canto para una Semilla (1972) para gran regocijo de don Lucho y de toda una generación de soñadores. Muchos quedaron maravillados al oír por vez primera las poesías en décimas de El amor, de La muerte y La denuncia, escritas por doña Violeta Parra y musicalizadas por el propio Advis; entre ellos, dos entrañables amigos y estudiantes de música: Cristián González y Hugo Escanilla.

Hoy, 14 años más tarde, Cristián González, vuelve a presenciar, con particular emoción, el montaje de esos "cantos colmados de versos tan delicados como perfectos primores", en sincronía con las peculiares actividades de movilización estudiantil generadas al interior del Campus Oriente, durante julio y agosto del 2011. Lamentablemente, su amigo Hugo Escanilla, no corre tal suerte, pues es tocado por el “misterio de las ausencias” luego de una silenciosa enfermedad.

Fruto de las constantes asambleas y del diálogo estudiantil comprometido por parte de los alumnos de música, que democráticamente votaron por un paro indefinido en apoyo a las movilizaciones estudiantiles convocadas por la CONFECH, surge la idea de comunicarse con la ciudadanía en forma creativa a través de la publicación de poesías escritas en décimas al más puro estilo de la “Lira Popular”. El Versero ciudadano, fue el nombre con que circularon (y aún lo hacen) las primeras décimas; muchas de ellas escritas por el propio Cristián González, quien actualmente ejerce como profesor del área de lenguaje musical en el IMUC, y por varios compañeros motivados. Los mismos estudiantes, a la usanza de los antiguos suplementeros del XIX, eran los encargados de repartir los pliegos en las marchas por la Alameda, los cacerolazos de la Plaza Ñuñoa o cualquier otra instancia de encuentro ciudadano. Las hojas no sólo contenían décimas escritas, sino también sugerentes dibujos a cargo de un talentoso equipo de dibujantes de la Escuela de Arte. En este contexto, el Versero no sólo se dedicó a la publicación de décimas, sino también a difundir la tradición de los versos cantados, realizando encuentros con poetas y payadores además de conversaciones con músicos intérpretes del guitarrón chileno. En síntesis, El Versero Ciudadano, fue un importante antecedente que preparó los ánimos para lo que vendría a continuación: El gran montaje de Canto para una Semilla dentro de la Universidad Católica de Chile.

Es curioso que un montaje de corte popular sea realizado dentro del IMUC. Los estudiantes siguen programas de estudios de música docta, manejando repertorio y técnicas, en su mayoría europeas. Prácticamente no hay ningún ramo dedicado exclusivamente a la música popular, ni siquiera un electivo. La gran excepción solía ser la cátedra de musicología debido al gran aporte de Juan Pablo González en colaboración con Miguel Ángel Jiménez. Su entusiasmo por la música popular chilena los llevó a crear, dentro del IMUC, la Compañía del Salón al Cabaret, la cual con gran éxito de público montaron espectáculos teatro-musicales como Del Salón al Cabaret: Música y baile de la Belle Epoque chilena (2002) con nada menos que Luis Advis a cargo de los arreglos musicales, Días de Radio en Chile (2003) y Una noche en el Goyescas (2006), último montaje de la compañía que curiosamente coincide con el cambio en la dirección del IMUC y la posterior “no renovación” de contrato para el profesor Miguel Ángel Jiménez en el 2007, y más sorprendente aún, el reciente despido de Juan Pablo González sin más motivos que “razones de la empresa”. Con respecto a esto último, es importante mencionar una disputa generada entre Juan Pablo González y el actual director del IMUC, Alejandro Guarello en torno a la autoría del tercer volumen de "Clásicos de la música popular chilena", donde nuevamente emerge el nombre del compositor de Canto para una Semilla. Pero eso es harina de otro costal, sin duda de uno bastante pesado.
Sin embargo, a pesar de la actual ausencia de la música popular dentro de los estudios formales del IMUC, esta ha vuelto a tomar presencia entre los pasillos de Oriente. Las movilizaciones sociales, la sensación de injusticia que se incrustó entre los estudiantes, los misterios de la décima develados por nuestro amor por el verso popular y animado por el Versero, la juventud siempre alentadora, llena de vitalidad y ganas de participar en la construcción de un nuevo futuro, sumado a la deuda de Cristian González con su pasado y su homenaje personal a su querido amigo Hugo Escabilla, hicieron que Canto para una Semilla trajera nuevos aires de renovación al IMUC y cobrara un sentido profundo de gran significación para parte importante de nuestra comunidad estudiantil.

La música popular es aquella que emerge espontáneamente como respuesta a las necesidades reales de una comunidad en particular. Surge entre la gente y para la gente. Allí radica su importancia y su sentido y esto bien lo sabía Advis y naturalmente, también lo sabía Violeta.

Si hay algo que resume nuestra historia con esta obra, es la palabra gratitud. Agradecemos que el destino nos haya juntado alrededor del Canto con gente tan bella. Sabemos que la huella que deja este puñado de Semillas en pleno proceso de germinación, será imborrable para nuestras vidas: un atesorado recuerdo que se ha armado gracias al cariño de todos nosotros.

Canto para una Semilla. Esencia del canto de Violeta.
Canto para una Semilla toma pasajes claves de la autobiografía en décimas de Violeta Parra. La selección de Advis, nos lleva a un profundo encuentro con la autenticidad de Violeta, nos relata su proceso. Como una semilla en pleno crecimiento que para germinar ha de esforzarse y superar barreras, romper la cáscara para brotar y llegar a ser en su esencia. En esta aventura, la semilla se abre, aparece y madura. Ama, emociona y también sufre. Duele crecer. Se trata de la historia de su vida, la historia de la vida hecha poesía y canto.

Violeta crece entre los verdes campos del sur de Chile, espacio natural que disfruta y valora mientras observa con admiración el constante esfuerzo y trabajo de la gente de la tierra. Pero conforme van pasando los años, la feliz Violeta va despertando su conciencia y se enfrenta al desencanto de la vida. La tragedia y la desesperanza de quienes sufren por la pobreza o el desamor, le descubren otro mundo, un mundo en el cual ya no hay viñas, ni trinos de pájaros, ni sol que de luz y calor. Por el contrario, desolación, frio, oscuridad. Este encuentro con el sufrimiento le revela la clave de su superación. El sufrir es un sentimiento compartido, común a todos los hombres. Sin embargo, a pesar de todo, no se está solo en el mundo. Su cantar se carga de esperanza y compromiso y se eleva en la denuncia de las injusticias generadas por los abusos de poder de los que aparentemente tienen más. Violeta se compromete con una causa noble y digna que supera el individualismo.

Su canto comprometido con Chile y con su cultura auténtica la llevan a recorrer el país en busca de aquella esencia del pueblo popular chileno que late en el corazón de las formas espontáneas de la cultura popular: en la voz de los cantores y el misterio de su guitarrón, en las arregladoras de angelitos, parteras, costureras y lavanderas, de las cantoras y sus alegres voces y guitarras. El arte de Violeta está empapado de cultura popular, canta, compone, pinta, borda para la gente. Su canto es su Vida. Su estar con la gente, su arte, su esencia y su ser. “El canto de ustedes que es el mismo canto, y el canto de todos que es mi propio canto”.